En 1973, el mundo occidental entró en una gran crisis económica denominada Crisis
del Petróleo provocada por la negativa de los países productores a vender
petróleo a los aliados de Israel en la guerra del Yom Kippur.
A la crisis económica internacional, hay que añadir la crisis política
española tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, cuando Juan
Carlos I fue proclamado Rey de España. Adolfo Suárez como presidente del
Gobierno y con todos los partidos políticos elaboraron la Constitución de 1978,
que introducía un sistema de monarquía parlamentaria.
A principios de 1977 los datos de la economía española mostraban sin lugar a
dudas que se encontraba en una situación de depresión, caracterizada por un estancamiento
de la actividad productiva,, aumento del paro y fuertes niveles de inflación.
En este acoplamiento se firmaron los Pactos de la Moncloa, acuerdos sin antecedentes
en Europa, suscritos por el gobierno, partidos políticos, sindicatos y
asociaciones empresariales, que creyeron en un control de los recursos líquidos,
una desvalorización de la peseta y el control de los salarios. Los resultados
no fueron del todo agradables, aunque significaron la unidad de los agentes
económicos frente la crisis. Desde 1982 con la entrada del gobierno socialista
se llevó a cabo una política económica marcada por el control de la inflación y
la moderación salarial.
La consolidación del proceso democrático facilitó un proceso de acercamiento
a Europa, que acabaría en 1986 cuando España ingresó en la Comunidad Económica
Europea bajo la presidencia de Felipe González.