martes, 8 de noviembre de 2011
De Arapiles a San Marcial: retirada y derrota (1812–1814)
Napoleón salió de España en enero de 1809. Lanzaron una serie de violentos contraataques, buscando a toda costa la batalla decisiva, un nuevo Bailén. Se consiguieron algunas pequeñas victorias en batallas campales pero las derrotas fueron mucho más numerosas hasta la catástrofe definitiva en la batalla de Ocaña. Tras este desastre absoluto, Andalucía cayó sin apenas resistencia pero justo entonces, en febrero de 1810, Napoleón anunció oficialmente la creación de una serie de gobiernos militares en Cataluña, Aragón, Navarra y el País Vasco, dirigidos por militares subordinados directamente a París, sin pasar por el gobierno español de José Bonaparte. Las guerrillas, que eran ya muy numerosas en todas las provincias ocupadas, aumentaron de número y durante los siguientes dos años tuvo lugar una lucha brutal y desesperada. Hubo que esperar al verano de 1812 para que los aliados anglo-hispano-portugueses pudieran lanzar una gran ofensiva y derrotar a los franceses en la Batalla de los Arapiles, obligando a José Bonaparte a huir temporalmente de Madrid. Los franceses evacuaron definitivamente Andalucía. Wellington llegó hasta Burgos pero se atascó rodeando el castillo y las fuerzas napoleónicas reagrupadas pudieron contraatacar y empujarle de nuevo hasta Portugal. Mientras tanto, la campaña de Rusia absorbía el grueso de los recursos franceses. Por lo tanto, durante 1813 el ejército francés fue retirándose y perdiendo territorio. Los franceses abandonaron casi todas sus plazas, y tras la batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813, fueron expulsados de España. En octubre de 1813 los aliados cruzaron los Pirineos. La guerra prosiguió en Francia, donde finalmente, Napoleón pidió la paz. Las tropas aliadas habían entrado hasta Burdeos, y posiblemente, de no haber sido frenadas, hubieran entrado en París antes que los austriacos, prusianos y rusos.
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